Comentamos hace tiempo que en el momento actual ostentar el cargo de Presidente del CSD no era comparable a épocas pasadas de abundancia. Hace no tanto, cuando éramos ricos (¿por qué utilizo esa frase que tanto odio, si yo nunca he sido rico ni me he comportado como tal?), con dejar transcurrir las cosas, mediar en algún conflicto y acudir a los eventos donde venían cayendo las medallas para España bastaba para obtener una popularidad importante y dedicarse a innovar (Ley antidopaje, Ley antiviolencia).
La situación ahora es muy diferente. Los clubes concursan o desaparecen. Las federaciones están al borde del colapso. Los deportistas abonan desplazamientos a competiciones internacionales. Se exige la deuda de Hacienda y la Seguridad Social por una obvia necesidad de liquidez del Estado y para evitar desigualdades con otros sectores. Había que lidiar rápidamente con la regulación antidopaje para recuperar la confianza internacional, y se ha hecho, aunque pueda discutirse el cómo en algunos aspectos (como pasa siempre, por cierto). Debemos apretar el acelerador para no perder otra oportunidad de JJ.OO para Madrid. Y hay que completar la inconclusa reforma concursal deportiva y retomar la regulación específica del deporte profesional que quedó aparcada en la anterior legislatura. Casi nada. Sin dinero. Con todos encrespados y anhelantes de que el CSD sea el salvador de presupuestos y gestiones que ahora se ve claramente eran inviables, lo que no corresponde ni funcionalmente ni atendiendo a los recursos económicos asignados.
Pues, a mi parecer, en este marco apocalíptico, las cosas se están haciendo mejor de lo que cabría esperar, no sólo por la aptitud del Presidente del CSD (el más capacitado, por su formación y experiencia específica en el ámbito jurídico-deportivo, de la historia), sino por una actitud valiente, conciliadora pero firme (mano de hierro con guante de mucha seda) y flexible hasta donde puede... o le dejan, que nunca se sabe.
Por eso, desde esta sencilla tribuna, yo quiero dar un empujoncito de ánimo a Miguel Cardenal y su equipo. Que tal y como están los tiempos, no creo que venga mal.