Pues de nuevo otro Juez que dice que no se aplique la normativa deportiva que perjudica a una entidad en concurso, en este caso respecto de quienes han adquirido sus bienes y derechos en la fase de liquidación (UD Salamanca SAD). Si el legislador modificó la Ley concursal indicando expresamente que lo que se quería era que prevalecieran las normas deportivas, que no hubiera discriminación entre las consecuencias de los impagos de los concursados y no concursados, que se aplicara "desde ya"... ¿Qué ha pasado? (Recordemos, entre otros, los autos de Sevilla, Jaén, Orihuela...).
Sencillamente, que cuando las cosas se hacen mal, mal acaban. La reforma concursal quedó a medio camino, pues en "seis meses" (je, je.. ¿por qué ese empeño en ponerse plazos que se incumplen?) debía remitirse un proyecto de ley regulador de los efectos de la insolvencia de las entidades deportivas profesionales, que cerraría el círculo que ha quedado abierto. Y sin ese broche, los jueces dicen que no castigan a las entidades y a sus acreedores, que son los que pierden expectativas con los descensos administrativos que minoran los activos y las previsiones de ingresos. Y defienden a quienes adquieren derechos federativos en Segunda B respecto de quien dice que unos días después son de Tercera División. Y parece lógico. La culpa no es de la RFEF, pero tampoco de los terceros perjudicados.
Otro tanto puede pasar con la nueva legislación antidopaje. Su inspiración en principios anglosajones, en una concepción sancionadora que no encaja del todo con el modelo español de presunción de inocencia, de disciplina deportiva publificada, del derecho de acceso a los tribunales, de garantías del expedientado, de inaplicabilidad de actuaciones penales obtenidas con vulneración de derechos fundamentales a delitos menores y sanciones administrativas... puede determinar un descalabro mayúsculo. Haber encajado, con calzador y vaselina, el Código Mundial Antidopaje en nuestro Ordenamiento, por mucho que sea con rango de Ley Orgánica, ha sido una tarea imposible, y seguro que se ha hecho todo lo bien que se ha podido, pero... lo que no puede ser, no puede ser. Al tiempo.