21 de junio de 2013

Sobre el Málaga, el Rayo y el Sevilla...

A estas alturas todavía no está claro cuál será el último equipo español que dispute la Europa League, por eso de que ahora con clasificarse no vale, además hay que tener el visto bueno financiero. La cosa no deja de ser curiosa, porque aunque el espíritu es loable, la ejecución no deja de ser mejorable.

En mi opinión, habría que marcar las reglas antes de empezar la partida. Lo de la licencia UEFA está muy bien, pero al empezar la Liga y no según acaba. Es decir, que el 1 de julio se le dice a los clubes, de cara a la temporada siguiente "tú, tú y tú no tenéis opciones de jugar en Europa, aunque os clasifiquéis, porque no cumplís las normas económicas que hemos establecido", y no pasa nada. Las directivas y los aficionados asumen que ese año no se puede conseguir como meta una clasificación europea, se diseña una plantilla acorde al condicionante y se queda lo mejor posible. Sin problemas.

Lo que resulta un tanto improcedente es que durante la temporada se evalúe a los equipos, y que una vez que se van consiguiendo los objetivos sobre el terreno de juego se desvanezcan en los despachos, sobre la marcha, enojando a todos (con razón). Cierto es que puede ser que durante la temporada se hayan producido malas gestiones, pero eso se puede solventar la siguiente temporada, a un año vista, donde con independencia de militar en Europa por haberlo conseguido, se sabrá que la siguiente temporada dicha circunstancia no podrá ya producirse. Y hay otros medios no tan agresivos, como impedir al club la posibilidad de fichar, sancionarlo económicamente o con descuento de puntos, etc.

Hace algunos meses indicaba en esta sección que ya no soy capaz de recordar quién ha ganado las últimas Vueltas, Tours y Giros, porque los ganadores van cayendo por dopaje muchos años después. Al final, en el fútbol tampoco vamos a poder saber quién se clasifica para Europa mirando la clasificación, y lo que es peor, los finales de Liga quedan del todo desvirtuados por la consecución (o la esperanza) de metas que son luego inviables por razones extradeportivas. 

La cartas en la mesa al inicio de la partida. Los equipos deben saber al empezar la temporada si compiten para ganar el título, para jugar en Europa, para mantenerse sin problemas o para no bajar, sin interferencias extradeportivas. Éstas pueden quedar para la siguiente temporada.