Pues sí, parece obligado. Y no queremos defraudar a nadie. Messi está involucrado en una investigación y acusación sobre una posible defraudación fiscal. Cuatro millones de euros. Penas de cárcel.
A mi entender, el deporte debe tener un tratamiento fiscal específico. Porque la vida del jugador es corta, gana mucho dinero en poco tiempo y demás. Que al Sr. Blesa, Botín o Francisco González los sangren a impuestos (que lo hacen) no me preocupa, porque ganan mucho más que los futbolistas y además lo van a seguir haciendo hasta que se jubilen. Con los deportistas hay algo distinto.
Eso de que te quiten más de la mitad de lo que ganas debe doler. Y vamos a dejarnos de la hipócrita frase de que ójala yo pagara esa cantidad porque significaría que gano mucho. Llegado el momento, dolería igual (supongo). Y por ello es lógico que los jugadores, y los artistas, y muchos profesionales de prestigio y los empresarios busquen cómo gestionar sus ingresos de manera que la elevada carga impositiva se reduzca. A veces legalmente. Otras no tanto. A ver si alguien se va a sorprender de algo a estas alturas.
Pues bien: existen paraísos fiscales, cuyo objeto es recibir dinero procedente mayoritariamente de defraudaciones y crímenes, Estados que forman parte de la ONU y con los que hay relaciones diplomáticas. Y empresas que se dedican a servir de tapaderas de ingenierías financieras. Y jugadores que pagan un 56% de sus ingresos, que intentan pagar algo menos y que a veces se dejan guiar por impulsos o personas que exceden de las líneas rojas marcadas.
Posiblemente el modelo de progresividad fiscal esté caduco, y sea mucho más adecuado un modelo proporcional (y sensato) idéntico para todas las rentas (sin privilegios forales o cupos), y un impuesto sobre el patrimonio selectivo complementario. Y, de manera añadida, la desaparición de los derechos de imagen como rendimientos con una tributación diferente a la salarial (¿por qué?). Y meter mano (perdón) a los paraísos fiscales. Y suprimir completamente el régimen de "impatriados", que es la consagración de la imbecilidad (fomentemos que vengan de fuera haciendo que los costes impositivos sean la mitad; que vengan pero en igualdad de condiciones).
Así que, a por Messi (si ha hecho algo)... pero sin olvidar lo demás.